Es nuestra versión de la indolatría. Quizás la engendra Alonso de Ercilla. Se usa durante la Independencia para legitimar el quiebre con Madrid. Los próceres juran fidelidad a la Logia Lautaro sobre un volumen de "La Araucana". Carrera que es españolísimo promueve un escudo con una pareja de aborígenes. Organiza fiesta en la Casa de Gobierno y las damas de la aristocracia castellanovasca acuden disfrazadas de "indias"...
Los textos escolares exhiben láminas con Caupolicán empalado, Galvarino sin manos e Inés de Suarez decapitando caciques. Las victorias sobre Perú y Bolivia suelen explicarse porque el roto es retoño del "aguerrido Arauco". Sin embargo, ese fetichismo pronto se marchita y lo "indio" pasa equivaler a tumulto, pereza, borrachera, atraso y fealdad. A dos bandas se repudia los ancestros ¿estará allí la raíz de nuestra crisis de identidad?
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