La estructura escolar se resiste al cambio. Se aplican "n" reformas en nuestra vida republicana. Sin embargo, continúa siendo la misma. Mudan -como lo expreso en mi obra "Libro negro de nuestra educación"- sólo las etiquetas. Sin embargo, por amnesia nadie recuerda la inmediatamente anterior. La nueva se recibe con ingenua esperanza. "Todo debe cambiar, para que siga igual", según se anota en "El gatopardo". La rutina es "religión" al interior de los planteles. Por decenios hasta los chistes de los docentes son los mismos.
Muralla que separa a expertos de la realidad |
Lo urgente es diseñar un sistema nacional. Ello supone estudiar las necesidades del país y bosquejar el tipo de ciudadano que se requiere. Sin embargo, perdura el clásico edificio de tres pisos (básica, media y superior). Todo se encamina hacia ese vértice juzgado la suprema meta. La U es el fetiche. De ahí egresan los médicos, los abogados y los ingenieros. Todo lo demás es ordinario -"rasca"- solo esa institución confiere lustre y fuste. Quienes cuestionamos tan añeja estructura estamos privados o restringidos de tribuna.
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