sábado, 29 de marzo de 2014

UNA IRONIA DE J. ABELARDO RAMOS

Su hija Laura lo confirma, al maestro –jamás los mapochinos lo llamamos: “El Colorado”- fue un iconoclasta. Incluso en las relaciones con el entorno inmediato. Se mantuvo distante de las solemnidades. Sus discípulos, en esta república andina del Pacífico sur, recordamos ese desplante irónico que seducía. 

Apenas una situación: aprovechando un chasqui le enviamos paquete de libros y  botella de pisco. A la semana –entonces no existían los e-mails- llega carta suya. Contenía una  sola frase: “Chilenos, para la próxima menos libros y más pisco”. Nos hizo reír y muchísimo. 

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