Una vez más se hace presente el
folklore necrofilico criollo. Montescos y capuletos visitan la clínica. Luego
viene el protocolo de los pésames. El hombre que sirvió del modo más obsecuente
al imperialismo soviético será sepultado como héroe de una república andina del
Pacífico sur en la cual siempre es un extranjero. De origen judío y casado con
judía conserva hasta ayer
estampa exótica. Durante toda la vida ciudadana es
miembro de la Comisión Política del Comité Central del PC de Chile. Está con
Stalín contra Trotzki, con Moscú contra Budapest, con el Kremlín
aniquilando la Primavera de Praga. Niega los gulag y aplaude las purgas.
Abraza, por astuto oportunismo, toda causa funesta. Apoya, obvio, a Beria en el
complot de los delantales blancos y, de paso, lo señala como conspiración
sionista. Ello porque los médicos que están entonces en capilla para ser
ejecutados son hebreos. Dicho de otro modo, en su condición de
peón ´moscovita ni siquiera es leal a sus ancestros.
Es producto del Estado docente y lo supo
aprovechar muy bien, Sus progenitores vienen de una Europa hambrienta y
se encuentran aquí con la abundancia y, sobre todo, con escolaridad gratuita.
Eso le permite ser alumno de Derecho de la Universidad de Chile. Allí
-porque talento tuvo- brilla con su tesis de grado "El desarrollo del capitalismo y la conquista de América".
Exhibe dos o tres escarceos en literatura, pero después ya se profesionaliza en
la burocracia del PC. Integra siempre una troika que vive arrodillada ante el
Kremlín. Jamás una crítica. Ninguna desavenencia. Todo era color rosa en aquel
paraíso de los trabajadores que construía, según Henri Barbusse, aquel "hombre
con uniforme de soldado, rostro de proletario y cabeza de sabio" que fue Stalin. Suscribe un pacto de hierro con Pablo Neruda cuya trayectoria política es
tan siniestra como luminoso su estro lírico. Vivió el exilio a que lo
obliga Pinochet en Rusia que es su otra patria. Tuvo una existencia muelle por
ostentar el rango de faraón.
No conoció jamás la tortura o el
encarcelamiento. Sus finos radares le permiten siempre huir de dificultades. Se
narra -no lo he confirmado- que ya el 10 de septiembre de 1973 está asilado en
una representación diplomática. Al día siguiente es el golpe de las FFAA.
Manejará desde el ostracismo moscovita la revista "Araucaria" y la audición "Escucha Chile". Desde allí rezonga por los DDHH
conculcados en el país por los militares con la misma porfía con que guarda
silencio ante equivalentes atropellos perpetrados por el stalinismo.
Ni que hablar de las violaciones de la democracia interna al interior de la
estructura partidista en la cual hace trío con Luis Corvalán y la Gladys
Marín. La "línea" es sagrada y vulnerarla, infiltración del FBI
y de la CIA. Así entiende el "centralismo democrático". Por interés electoral
la Concertación le confiere el Premio Nacional de Literatura. Debió otorgárselo
con mención en servidumbre a una superpotencia extranjera.
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(*) Publicado, en 2008, con motivo del deceso del citado escritor.
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