En la labor escolar es notoria la intromisión de agentes externos. Algunas son legitimas como la de los Centros de Padres. Su misión es apoyar la labor de los educadores. Sin embargo, otras interferencias constituyen atropello de la autonomía de los planteles. Ello es consecuencia de la incapacidad de éstos para determinar su ordenamiento e imponer, cuando corresponde, sanciones. La situación deprime aun más el prestigio del sistema educativo, de modo particular, del sector municipalizado. El edificio ayer forjado por Sarmiento y Abelardo Núñez, Bello y Letelier hoy luce marchito. El derrumbe de la disciplina interna es un factor de descrédito. En no pequeña medida tal situación es producto de las interferencias que aquí se bosquejan.
El MINEDUC -a veces su titular y frecuentemente los SEREMIS- interfieren en asuntos internos de los establecimientos. Buscan congraciarse con el alumnado. Lo común es que castren de prerrogativas al cuerpo docente que, encabezados por sus directivos, ha determinado castigo a alumnos vándalos, corruptos o maleantes. Según los personeros de esa cartera los "pobres peques" deben regresar al aula. Argumentos siempre habrá. El obsequio: "tratamiento psicológico" para quienes vulneran los DDHH de la mayoría del estudiantado que pone esfuerzo en la tarea cotidiana. Esto figura en el contexto de la doctrina de "suprimir la cultura autoritaria" lo cual implica el "abuelismo" de la Cartera del ramo.
También interfieren al interior de los planteles los alcaldes. Son pocos los que respetan la autonomía del quehacer educativo. Ameritan nuestro aplauso. Otros, en cambio, "le metieron mano" a lo académico. Lo ponen al mismo nivel que el aseo de calles y la recolección de basura. Si este desacato es ya antiguo hay otro "crudito". Se acude a la policía uniformada para resolver situaciones internas. Otra intromisión es del Poder Judicial. Acoge "recursos de amparo" y determina si ha lugar o no a la suspensión o expulsión de un "pingüino". Además del MINEDUC y los SEREMIS, los ediles y sus colaboradres ahora se entrometen carabineros, abogados y jueces. Mientras tanto los educadores padecen nuevas podas en sus facultades ¡Lamentable!
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