Este “18” se debe que analizar al roto. Como categoría sociológica involucra valoraciones contrapuestas que denuncian nuestra crisis de identidad. Desde un un ángulo, es el paradigma de “la raza chilena” para usar el estereotipo de Nicolás Palacios. Depositario, por ende, de virtudes como coraje e ingenio, "ñeque" y patriotismo. .Desde otro, es el repugnante “curaito” y “chasquilla”, xenófobo y dicharachero. Coke lo caricaturiza como Juan Verdejo Larraín. Figura en “Topaze”, la revista de sátira política, con su nariz rojiza, boca desdentada, sombrerito tijereteado y los pantalones sobre el tobillo. La conmemoración de la batalla de Yungay es el Día del Roto. El reverso está en expresiones como "arrotado", “roteque”, "arrotado", “rotería”. Roto sería así sinónimo de ordinariez y grosería, de pauperismo y pereza.
Padres y educadores se empeñan en erradicarlo. Nadie quiere ser “roto”, aunque multitudes “muestran la hilacha”. Pasa lo mismo que con “indio”. Se le aplaude en “La Araucana” y en la insignia del Club Colo-Colo y se le tolera en nombre de calles y buques, pero... hasta ahí no más, porque “somos los ingleses de América del Sur”. El origen del “roto” es un enigma. Cervantes alude en el “Quijote” al “roto de la mala figura”. Hay quienes sostienen que los almagristas después de la expedición a Chile regresan andrajosos, es decir, “rotos”. También se le atribuye origen quechua derivado del rito de iniciación que daba al adolescente la mayoridad convirtiéndolo en “rutus”. Lo efectivo es que su impronta es mestiza. El integrante de la clase alta dispone de “facha” de caballero y no de roto.
La clase media sin corbata y con indumentaria desastrada se “arrota”. La clase baja citadina es rota. Ahora no hay harapos ni pies descalzos, pero imposible suprimir el pigmento oliváceo, los pómulos sobresalientes, el cabello retinto y lacio, el ojo tirante y el peculiar manejo del idioma. Aunque abominan del “indio” –porque se creen blancos arios- es notorio que coexisten en sus ancestros no sólo el hispano de la Conquista, sino también Michimalonco. No obstante, tratan de ser lo que no son y usan nombre gringos para bautizar sus retoños, apenas pueden los matriculan en un The Mac Chuca School y se “enrubian” el pelo... Son síntomas de la “crisis de identidad”.
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