Un catedrático, en la
Universidad, narraba que Unamuno consultado sobre "de qué partido era". Habría replicado "partido yo, vamos coño, yo soy
entero". Está anécdota -verídica o trucha, pero
aleccionadora- la recuerdo al informarme que ciertas personas allegadas al
régimen de Chávez programaron constituir el Partido Histórico de los
Bolivarianos o algo parecido. No dejaba de inquietar, pues eso de
"histórico" podría mudarse a Unico y la
experiencia soviética -para citar un caso- es amarga y muchísimo más
que el Partido Dominicano fundado en torno al Benefactor Rafael L. Trujillo.
Preferible la tesis del Partido Líder según la praxis mexicana cristalizada en
el PRI. Sabemos de su origen noble y de sus barrabasadas postreras, pero jamás
instaura un sistema totalitario. En su interior florecen tendencias. Son las
llamadas "familias". Se autoasignan nombres históricos como
"villista", "carrancista", "zapatista,
"obregonista". Aun más, se alternan en el Poder.
En Chile uno de los fantasmas
que hizo circular la propia UP y que produjo
temor en la ciudadanía fue que se fundaría un Partido Unico. Atrás
quedaba la coalición gubernativa que entremezclara laicos y cristianos así
como marxistas de todo pelaje. En su reemplazo surgiría un PURS -Partido
Único de la Revolución Socialista. Sería verticalista, piramidal, compartimentado y
con disciplina cuartelera. Los que empujaban este propósito fueron los
cabecillas "elenos" del PS quizás muy influidos por La Habana. Sin
mover un músculo, los jerarcas del PC esperaron la fruta madura. Ellos
tenían prontas sus falanges de aparachtiks para administrar el coloso y
-por cierto- imponer un fascismo escarlata interno que pusiera fin a las
tendencias y atajara cualquier "desviación". Sabemos que tal
meta no cristaliza porque las FFAA -azuzadas por el Pentágono- salen a la
calle y cae el régimen aquel 11 de septiembre de 1973.
El Partido Unico –se sabe. primero
supedita y luego excluye a otros del escenario y para colmo, como anticipé,
establece una sola percepción de la tarea política y erradica toda tendencia
denunciándolas como "fracciones" en medio de una atmósfera
"concentracionaria". En oposición a esa condición no plural, sino
monolítica se plantea el Frente. Hay que adjetivarlo para comprender qué
significa. Por eso se alude al "Frente Nacional". Ostenta naturaleza
multiclasista y pluritendencial, pero animado por
ideas-fuerzas. Ejemplos son todos los movimientos de liberación del III
mundo dispongan o no de esa etiqueta. Haya de la Torre analiza el asunto en
"El antimperialismo y el APRA". El mismo sionismo -lo manifiesto como
politólogo y al margen de mis simpatías por Palestina- engendra
un Frente Nacional. El aprismo, el priismo, el justicialismo -entre
otras- son intentos de Frente Nacional. Ensayan las fórmulas
aritméticas de sumar y multiplicar. No restan ni dividen.
Si se asume como propia la consigna "Ni pan sin libertad, ni libertad sin
pan" optamos por el Frente Nacional. Desconfiamos de un Partido
Unico acorde al modelo de Lenín y Trotzki que luego instrumentaliza Stalin
como máquina de opresión social y de terror político. Ni siquiera asegura ese mendrugo sin libertad, sino que concluye con el fracaso
económico. Tan gigantesco que empuja a las colectividades
sobre los cuales se impuso a los brazos del capitalismo. Si bien eso un
tanto palabrero de la "democracia" esta subordinado a lo sólido que
es la "soberanía", no es menos cierto que es un contranegocio
poner camisa de fuerza y mordaza al cuerpo social y menos conveniente obligar a
"reposar" a la militancia sobre el lecho de Procusto bajo la
tutela policial de comisarios de "horca y cuchillo". Lo anotado es
invitación a meditar. Por fortuna en Caracas se abandona el proyecto de Partido Unico.
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