El desmenuzamiento más notorio es el de Mesoamérica. En Insuamérica el terremoto balcanizador se puede “justificar” por la condición isleña de las repúblicas. En Suramérica por el gigantismo de países como Brasil, Argentina u obstáculos tales como el macizo andino Sin embargo, en Itsmania -así denomina Juan José Arévalo a ese segmento del Nuevo Mundo- nada legitima tal atomización. Cinco republiquetas van de Guatemala a Costa Rica, pasando por Honduras, Salvador y Nicaragua. Se añade Panamá cuyo origen está en Colombia. Exceptuando la patria nativa de Torrijos todas estuvieron vertebradas -durante tres siglos- a la Capitanía General de Guatemala y ésta al Virreinato de Nueva España que es México. Al producirse la Independencia el emancipacionista general Agustín de Iturbide impone el Plan de Iguala y proclama fundado el Imperio que conserva la integridad de México y América Central. Aquel ensayo equivale al de Pedro I y Pedro II en Brasil, pero a diferencia de aquel, éste fracasa y se desata la avalancha del desmigajamiento. Insurgen afanes balcanizadores. No se trata sólo se sacudirse de la tutela de Madrid, sino también de la que intentan conservar guatemaltecos y mexicanos.
El Reino Unido y EEUU aprovechan la desintegración y en el escenario surgen brotes separatistas como el que aun hoy afecta al litoral oriental nicaragüense y William Walker hace y deshace en medio del caos y las pugnas interestatales. Todavía más: nace Honduras británica hoy Belice. Sin embargo, hay esfuerzos por superar el desmembramiento. Depuesto el emperador Iturbide, las provincias meridionales se separan de México, pero fundan -en 1823- la Federación de las Provincias Unidas del Centro de América. Sin embargo, la cordura dura poco produciéndose escisiones. Trata de remediarla el general Francisco Morazán en 1840. Es derrotado y ello permite el retorno a la fragmentación. También en Guatemala otro militar Justo Rufino Barrios (1873-1885) intenta -también con una estrategia coercitiva- reintegrar y proclama la República Federal. Es vencido. En 1900 un joven jurista -Salvador Mendieta- funda el Partido Unionista Centroamericano. Se empeña en una labor política y cultural que apunta a superar rivalidades comarcales y abrir paso a la cohesión. Ello lo impulsa a fundar a fundar filiales de esa colectividad en las cinco repúblicas.
Sandino en su guerra recibe el apoyo del México de Plutarco Elías Calles. Este trata de evitar que EEUU construya un nuevo Canal Interoceánico en ese país encajonando aun más a su patria. En la actualidad el FSLN y el FM de L no enarbolan el integracionismo como eje central de sus programas. Incluso antes, el mismo Arévalo, según se leo en "Despacho Presidencial" -pese a su convicción unionista- proclama el "peligro mexicano" porque el Presidente Miguel Alemán intenta incorporar a los cinco mini Estados a México. Quizás anhela la unidad poseyendo como eje a la cabecera de la Capitanía General y desconfía de la estrategia, anticipadamente, bosquejada por Iturbide. Sandino -sustituyendo su precaria escolaridad por fino olfato político- posee una concepción mucho más honda y ancha. No pareciera próxima la integración de ese mosaico de cinco microrepúblicas a las cuales el Reino Unido le genera una cuña al convertir en Estado a Belice con apenas 150 mil habitantes. Existen organismos como la ODECA y el MCCA, pero no irradian un movimiento integracionista como el que -con sus grandezas y debilidades- impulsan el bolivarismo y el crucismo en el XIX y el peronismo en el XX así como ahora, al menos en apariencia, el chavismo.
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