El ministro Velasco afirma a) el desafío actual es lacalidad de la educación y b) los países que inviertenen ese rubro se vuelven prósperos. Lo expresado amerita análisis. En lo atingente a "calidad" el asunto es complejo. Diría que no hay acuerdo en definirla en la esfera que preocupa. Ni las arengas de los líderes "pingüinos" ni las anotaciones de los expertos de la Comisión Asesora Presidencial lo consigue. Lo que expresa el Secretario de Estado no justifica la "millonada" que la Presidenta inyectará aun sistema moribundo. No basta con aumentar hasta la obesidad mórbida la cobertura. Un país surge no sólo con perfeccionar y prolongar los años de escolaridad. Sostengo en mi obra "Revolución en la educación" que hay otros factores que explican el surgimiento de un país: el trabajo duro, el negocio inteligente y el ahorro sistemático. Es difundida creencia según la cual la piedra filosofal está en manos de los docentes. Basta frotar al alumno con esa misteriosa sustancia -que en la Edad Media se creyó mutaba el plomo en oro- para que la pereza se convierta en laboriosidad, el vicio en virtud, el desgano en dinamismo, la grosería en urbanidad... Existe la ingenua fe, según la cual el "futuro esplendor" depende sólo del aula. Eso es conferirle a la escuela responsabilidades mayores de las que puede asumir. Esta situación se agudiza con una Reforma que mutila prerrogativas disciplinarias a quienes educan y confiere a apoderados facultades que empequeñecen la función específica que se asigna al plantel. El cuantioso apoyo financiero, en en la esfera que interesa, va a un tonel sin fondo. Comprenderlo supone sacudirse de la beatería pedagógica que envuelve al país y de la cual participan -de "capitán a paje"-"moros y cristianos".
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