viernes, 8 de agosto de 2014

CONCON Y PLACILLA: 21 y 28 AGOSTO 1891

 Presidente Balmaceda
10 mil cadáveres cubren el borde costero de la V Región. Promedio de edad de los caídos: 20 años. La cifra asombra. El país apenas sobrepasa los 2 millones de habitantes. La Guerra del Pacífico, en seis años, contabiliza 5 mil bajas. El 21 y 28 de agosto son las batallas de Concón y Placilla. La Armada insurrecta capitaneada por Jorge Montt transporta, desde Iquique, una milicia. Ese mes es amargo en la historia del país.

Esta tropa improvisada aniquila al Ejército, según el general Izurieta, “siempre vencedor, jamás vencido”. Ambas refriegas son brutales. Quienes capitulan, en el acto, son fusilados. Los centros hospitalarios se atiborran de heridos y mutilados. La atmósfera –en todo el país- se impregna de pólvora. El odio, el rencor y el miedo tornan sombríos los rostros. Domicilios de los presidencialistas derrotados son objeto de allanamientos y pillajes.

La administración publica es “depurada” de quienes no están adscritos a la bandera contrarrevolucionaria. La Casa de Bello intervenida y privados de la cátedra los sospechosos de simpatía con el mandatario depuesto. En esa tarea espuria opera  el médico José Joaquín Aguirre. Las cárceles se repletan. En Santiago las misiones diplomáticas asilan a personeros del régimen. Otros se refugian en buques extranjeros o huyen por los boquetes cordilleranos.
10 mil son las bajas en Concón y Placilla.
Testimonio fotográfico de la barbarie.

Los triunfadores son asesorados por mercenarios alemanes como Emilio Korner y financistas británicos –entre otros- John North. El proyecto balmacedista –salitre nacionalizado, fomento industrial y banca estatizada- queda en el ayer. Aunque amparado por la Legación de Argentina, Balmaceda se suicida. El eco de aquel disparo –a poco más de un siglo- aun retumba en el alma de la chilenidad. Es el 19 de septiembre de aquel año  trágico.   

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