martes, 15 de abril de 2014

ASI SE DESCALIFICA AL ACADEMICO

Una persona –quizás por  exigencia del mercado o por coerción de la moda- cursa una maestría –magister se dice aquí- en Universidad tradicional. 5 materias y 5 expertos. Una cátedra es de alta complejidad y en el primer certamen las calificaciones deficientes son abrumadoras. La reacción  del alumnado no es intensificar el estudio, sino culpar al maestro del traspié. Ello con dos  argumentos. Uno, el profesor no sabe enseñar (me pregunto, después de tantos años de escolaridad, esos alumnos ¿sabrán aprender?). La falla estaría en la didáctica.


El otro “argumento”: el docente no sabe evaluar, pues hay que considerar el rendimiento del grupo-curso para establecer una mediana. En función de ella “se deben poner las notas”. Falla en la evaluación. A esa “altura” el catedrático ya está en la parrilla. Si no es “convencido” de asumir un trato indulgente, será removido o no recontratado. Pareciera que no nos equivocamos: la sólida estructura académica legada por Bello, Letelier y Hernández a la chilenidad está en demolición... y no por un asunto de sueldos magros de quienes enseñan.

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