domingo, 13 de abril de 2014

AULA Y LUMPEN


El lumpen ¿qué es? Se trata de un germanismo  que, indistintamente, significa “borra” y “harapo”. Designa a un coloide social ubicable en el segmento más vulnerabilizado de los primeros quintiles de la pirámide. En la jerga de Marx se emplea “lumpenproletariat” para identificar a vagabundos y maleantes, es decir, “lo que bota la ola”. Por cierto algo muy distinto a la clase obrera fabril. En lo coloquial se alude al “lumpenhund” que significa “quiltro sarnoso”. Al promediar los 50  comienza la masificación del uso de este concepto. Hoy se emplea a troche y moche.

Los desmanes callejeros que enlodan la insurgencia liceana se atribuye a ese inframundo. “Encapuchados” e “infiltrados” son bautizados  como lumpen. Supone la irrupción de la delincuencia y del vandalismo. El combustible de esos personajes pareciera el hondo rencor y el apetito de botín. Reaparecen apenas La Moneda –en uno de sus virajes y contravirajes- desautoriza a Carabineros. Los daños y perjuicios son cuantiosos. El fenómeno suele englobarse como “síndrome de Michimalonco” a propósito de la destrucción, por los picunches, de Santiago en 1547.

Los estudiantes secundarios en rebelión no logran controlarlo. Ese lumpen posee espacio al interior de los planteles y logra protagonismo en la protesta. Quienes conocemos las aulas “en vivo y en directo” lo sabemos. Destruye el mobiliario, estropea muros con graffiti, consume y trafica “trago” y droga, “le hace” al moño, al aro y al pucho y “no está ni ahí” con las asignaturas. Como si fuese poco… agrede a los docentes de hecho y de palabra. Las maestras son las más damnificadas. Silencio en el gremio magisterial y en el SERNAM. El MINEDUC anula sanciones.

Ese lumpen  está eximido del compromiso de trabajar. Son la esperanza de ascenso social de familias desvalidas porque “estudia”. Lo ampara la permisividad light del MINEDUC y sus seremis paternalistas. Cada sostenedor lo pastorea porque genera subvenciones. Consigna: retenerlo en el sistema. Los disvalores y contraconductas que exhibe plasma en una cultura que -“muy prisca”- Mariana Aylwin invitaba a evaluar como “identidad juvenil”. Se expresa aquello en mamarrachos como los punkies, góticos, trashs y otros remedos de modas euroyanquis.

Esa “identidad juvenil”, aunque gestada en el segmento más pauperizado de los primeros quintiles, a menudo “fruto” de familias desintegradas, se expande como metástasis por los diversos ductos del cuerpo social y aparece en otros estratos. Lo lumpiano no es sólo expresión de la clase baja baja. Sostenerlo es determinismo estratigráfico Lo legitiman los medios de comunicación social. Entre ellos la TV inundada por el “destape” que incluye frivolidad, chabacanería y  modernismo que es burda imitación de modelos primermundistas.

El lumpen estudiantil policlasista es agresivo y perezoso. Advierte que transitará, sin esforzarse, por el sistema debido a las promociones automáticas y eximiciones masivas. Reeducarlo resulta “misión imposible”. Los docentes hemos sido castrados de prerrogativas disciplinarias por seremis “chochos”, alcaldes polítiqueros y sostenedores con bulimia de dinero fiscal. Así la hueste resentida arremete. En las calles retroceden los policías, en las aulas los educadores y en los hogares los progenitores. Es la permisividad que fluye del relativismo ético. El fruto, una Reforma fracasada.

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