Nuestro mundo académico vive -igual
que el vestuario femenino- sacudido por modas. Hoy el turno es el college. Así,
en english, para que suene mejor y logre hipnotizar. Ya son centenares
los que lo señalan como "la" solución ante la
mediocridad que exhiben, los estudiantes de ciertas Facultades. Se
trata -lisa y llanamente- de añadir dos años propedéuticos a las
carreras. En tal bienio al alumno se le orientaría pudiendo después ingresar
"debidamente motivado" a estudiar aquella profesión congruente con su
interés vocacional. En el fondo es confesar -de modo tácito- que la educación
media humanística-científica constituye una catástrofe. Por otro lado se trata
de repletar las aulas con personas cuyo puntaje deficiente de la PSU les
impide matricularse en medicina, derecho o ingeniería.
Esa estrategia de los college se usa ya con los bachilleratos. Una de
sus impulsoras es Mariana Aylwin. Están vigentes en varias Casas de
Estudio. En los 60 -medio siglo atrás- Irma Salas importa de EEUU los
denominados "colegios universitarios regionales"...En su momento se
juzgan una panacea. Ahora se viene al galope la moda de los college. Ello
implica prolongación de la escolaridad, despilfarro en tiempo biográfico
del alumno y mayor gasto de la familia que lo sostiene. Estos factores no se
evalúan. El coloniaje mental puede más que el sentido común. La manía es
traer del extranjero milagrosas innovaciones. Nuestro legado
pedagógico se ignora. Se evita analizar la experiencia docente
criolla. Una vez más se opta por el calco. Lo denuncio en
"Libro negro de nuestra educación". Esto es ¡deplorable!
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