La vocación integracionista del Perú es antigua. El Incanato constituye un esfuerzo por asociar en torno al Cuzco a diversos conglomerados que abarcan del sur de Colombia a Chile y el norte de Argentina. El Virreinato aglutina no menos de cinco países. La independencia facilita la convergencia de los tercios de San Martín y Bolívar y Lima -de facto- pasa a convertirse en la capital de Suramérica. En la hora del Congreso Anfictionico de Panamá un peruano -José Faustino Sánchez Carrión- suscribe la convocatoria. La delegación peruana presenta. a dicha asamblea, las propuestas más audaces que defienden José María Pando y Manuel Pérez Tudela así como el personero cuya biografía se reseña en la presente nota. Nos referimos a Manuel Lorenzo Vidaurre.
Se trata de un limeño nacido en 1772. Cursa Derecho en la la Universidad Mayor de San Marcos. En sus aulas ejerce la docencia. El capítulo relevante en su trayectoria es en Panamá. Somete a discusión de las diversas delegaciones el proyecto de Pacto de Unión de los Estados suramericanos. Implica dotar a las bisoñas repúblicas de una sola estructura jurídica e institucional, es decir, brega por una federación de Estados con indisolubilidad del vinculo y mercado común. Este supone abolir las aduanas, proscribir la guerra, FFAA mancomunadas y el arbitraje obligatorio para resolver eventuales litigios. Junto con lo anotado brega por la ciudadanía continental, la homogeneidad de la legislación así como transformar Panamá en Distrito Federal.
Alerta en torno a los colonialismos. Lo preocupa la presencia rusa en Alaska, la amenaza de la Santa Alianza y la gravitación de EEUU en el Caribe. La doctrina Vidaurre supera en esta esfera a la proclamada por James Monroe. Con visión se opone a la fundación de Bolivia porque implica desmembrar al Perù. Al frustrarse el Congreso de Panamá regresa al país de origen, sintiéndose aislado e incomprendido. Al constituirse la Confederación Perú-Boliviana adhiere al mariscal Santa Cruz. Es designado plenipotenciario en Ecuador. Padece, después de Yungay, represalias de Gamarra. Se le exonera del Poder Judicial. Muere en 1844. Deja como legado su lúcida actuación en el Istmo, abundante obra escrita y militancia iberoamericanizante inspiradora.
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