miércoles, 16 de abril de 2014

ETNIAS AMERINDIAS Y ESPAÑA

En breve nota publicada en la prensa  se informa "los señoríos étnicos, que buscaban su libertad y estaban hartos de los incas, se unieron a los españoles y formaron así un ejército masivo de la conquista". La opinión se atribuye a destacada historiadora cuya obra conozco insuficientemente. Sin embargo, nada nuevo añade a lo ya investigado. Dicho de modo folklórico: esa experta aparece inventando de nuevo el hilo negro. Sin embargo, se debe impedir que, en virtud de la hipnosis que, seguramente, genera un apellido como el suyo, se la cite como autoridad en el asunto. Lo cierto es que no sólo en el Incanato, sino en todo el Nuevo Mundo las mesnadas ibéricas se imponen y no únicamente por el caballo,  la pólvora y el acero, sino porque se apoyan en conglomerados amerindios. Estos acuden -como en toda guerra en procura del botín- y para sacudirse de opresiones centenarias. Solo tardíamente -y en función del elemento mestizo- las etnias originarias ensayan un Frente Amplio. El mérito corresponde a Tupac Amarú dos siglos después de Cajamarca.

Es frecuente -en función del huracán indigenista- imaginar el mundo precolombino como compacto. Todo lo contrario aquello fue ultraheterogéneo en la esfera racial, lingüistica, religiosa y en grados de desarrollo sociopolítico. El Imperio Azteca oprimía -desde la meseta del Anahuac- a toda la periferia. Esa situación permite a Hernán Cortés que se le acoja como libertador. Por centenares acuden guerreros aborígenes a operar como soldados de Carlos V . Francisco Pizarro aprovecha la guerra civil de naturaleza dinástica entre "huascaristas" y "atahualpistas" para imponerse sobre un Estado que no opera al estilo asirio, sino a la usanza romana. El mismo Pedro de Valdivia dispone de tropa picunche en su guerra contra Arauco. Son esos milicianos nativos quienes detectan y aniquilan la ofensiva lautarina en la ribera del Mataquito y el mismo cacique Michimalonco muere en Tucapel combatiendo por España. Los mapuches carecen de simpatía porque se les juzga invasores trasandinos. Lautaro -culturalmente mestizo- fracasa en su afán de generar un bloque panamerindio para oponerse a la ocupación hispánica. Ello  pese a su genialidad de estratega.

No sólo destacamentos de guías, flecheros e informantes reclutan los conquistadores, sino también duchos intérpretes. Aprenden castellano y operan como nexos entre los que llegan y los que están. Son el equipo de auxiliares conocidos como "lenguaraces". La guerra de Conquista misma cubre un periodo breve. Eso de los tres siglos de resistencia que opone la Araucanía no pasa de ser un mito, pues a poco andar las autoridades de la Nueva Extremadura y los toquis mapuches suscriben  -de potencia a potencia- pactos de no agresión y auxilio mutuo. El mestizaje masivo -fenómeno antropológico jamás visto en esa proporción- añadirá otro factor de complejidad a un universo novedoso que origina la presencia de España -y por cierto- Portugal en América. Este Bicentenario no se refiere a su gestación, sino a su ruptura con Madrid. Curiosamente esa Independencia no la plasman los descendientes de los conquistados, sino los biznietos de los conquistadores. Los indígenas permanecen leales a Fernando VII. Los mestizos, ya mayoría, son apenas espectadores y "carne de cañón".


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